domingo, 24 de septiembre de 2017

Vistas de un verde Cudillero

        No perdemos la oportunidad de sorprendernos con cada pincelada verde entre los cantos de grises rocas, ancianas testigos del paso de los siglos y asiento de musgos y líquenes, sencillamente cautivador.


   La vida se abre camino por entre sus grietas, tapiza las rugosas superficies y se acomoda ante la favorable circunstancia climática que le rodea, la cual favorece su crecimiento sin que nadie tenga que ocuparse de sus cuidados.


      Apartando nuestra vista de los muros rocosos, entre las petunias del parterre, se abre ante nuestros ojos un tetris de casas ordenadamente amontonadas, solapadas, atrincheradas. Separadas por callejas estrechas de peldaños altos que ascienden, avanzan o descienden para uso y disfrute del viandante. Es Cudillero.



   En los recovecos, los giros y las esquinas, patios pequeños y mayores, y en cualquier caso verdes, salpicados de colores, luces y sombras.


   En un rinconcillo, la iniciativa de quien quiso y pudo dejar aquí parte de su creativa imaginación, para cualquiera que quisiera descansar por un momento y ver, que no mirar, lo que le rodea en este lugar.



   Asomando sus fauces desde lo profundo de la cueva, una crasa busca la luz del sol, pocos reparan en ella pero allí está, y volviendo la mirada al banco blanco imaginado, nos encontramos unos pequeñines visitando la localidad. Se han detenido un momento a descansar tras ascender peldaño a peldaño. Se hacen llamar Twozies.



    Ascendemos, vemos las casas desde lo alto, caminando por una de las rutas verdes menos transitadas. La vegetación propia del lugar nos arropa durante la caminata, nos detenemos una y otra vez a contemplar el lugar y ser partícipes de la actividad de las abejas, las mariposas y otros insectos que interpretan su peculiar danza en torno a las blancas inflorescencias de las umbelas.


   Mira, nuestros amigos han llegado también a lo alto del sendero. Caminan sobre una alfombra de musgos y nos cuentan su experiencia en la localidad. Nos dicen que cuentan con muchos amigos, que viven en cubículos pequeños similares a cajas de enchufes y hoy habían decidido salir, sentir el aire fresco de Asturias y caminar sin rumbo por cada senda de Cudillero.


   Atrás los quedamos, mientras avanzamos adentrándonos nuevamente en las calles del pueblo.



   Con unas vistas os dejamos. Esperando que disfrutarais con estas pocas panorámicas y detalles de este pueblo asturiano que encontramos sencillamente sorprendente.

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